Fue Secuestrada Y Obligada A Ser Esclava Sexual, Logra Escapar En Medio De Bombazos

Lamiya Hayi es una adolescente de 18 años que ha sufrido con tan solo 18 años cosas inimaginables por cualquier chica de su edad.

Su familia y ella eran yazidíes, una religión minoritaria que se concentra en Irák y en algunas zonas de Irán, y por esta razón su padre y hermano fueron asesinados por miembros del estado islámico.

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Y como es costumbre en la organización, a ella la raptaron para integrarla en un grupo de chicas que son torturadas diariamente, abusadas y convertidas en esclavas sexuales.

 

Ella intentó escapar muchas veces, pero en cada una de estas ocasiones había sido descubierta y capturada nuevamente, como castigo la golpeaban salvajemente.

En su último intento por escapar, llegó a liderar a un grupo de jóvenes aterradas, pero fue descubierta en el acto por lo que fue llevada hasta un juez quien, en primera instancia, quiso cortarle ambos pies para que no volviera a intentarlo, pero ella mantuvo su posición.

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Le dije que si me cortaba un pie entonces escaparía con el otro. Le dije al juez que nunca me rendiría. Así que dijeron que seguirían torturándome mientras siguiera intentando escapar”.

Finalmente logró conservar ambos pies, pero fue vendida a otro hombre, sin embargo, el destino le trajo la oportunidad para escapar y correr hacia su libertad, pero no sin antes cobrarle un alto precio, escaparía en medio de bombazos, dejándole cicatrices de por vida.

 

Durante los años que estuvo secuestrada, también fue obligada a confeccionar bombas suicidas y recuerda con especial detalle una ocasión en la que fue puesta en un cuarto con 40 hombres para que ellos hicieran lo que quisieran con ella. 

“Esos hombres eran como monstruos. Esa es la razón por la que me mantuve fuerte, quería desafiarlos a pesar de la vida que me daban”.

Ella recuerda el día del ataque, en la que el estado islámico rodeó su villa y procedieron a quitarle todas sus posesiones, separaron a hombres y mujeres, y dejaron vivas solo a las mujeres solteras y jóvenes para luego venderlas y enviadas a Mosul para convertirlas en esclavas sexuales.  

 

“Los hombres venían todo el tiempo a escoger chicas. Si alguien se negaba a ir nos golpeaban. Incluso las chicas de 10 o nueve años lloraban para no ser atacadas. Ni siquiera puedo describir lo horrible que era”.

Hace unas semanas Lamiya recibió uno de los premios importantes en temas de derechos humanos que otorga la Unión Europea; el premio Sakharov, Nadie Murad, otra chica que vivió lo mismo que ella también lo recibió.

 

¿Qué te parece la historia de Lamiya?

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